El 31 de Octubre de 2020 Carlos Busqued escribió lo siguiente en twitter que es más o menos lo mismo que decir que lo escribió en su diario: “una muestra de que escribir es imposible es la cantidad astronómica de gente que da clases de escribir sin haber escrito nunca nada o habiendo escrito cualquier boludez, que es lo mismo.” Busqued era un renegado pero tenía un punto. En una entrevista Bolaño decía que en Argentina todo el mundo escribia bien y eso era una especie de maldición, cualquiera se sentía en la necesidad de contar, de narrar su vida, la de su vecino o vecina, la de su abuelo (heroe de vaya a uno a saber que guerra de emancipación que le roso el antebrazo una vez en un bar). En Argentina todos escriben, lo hacen compulsivamente, casi de una forma desesperada. ¿Será acaso lo único de lo que somos capaces? Tal vez así lo sea. También por eso que todos quieren enseñar a escribir, desesperadamente van todos dando clases de nada, escuchando como sordos desmesurados a ballenas nadar a su alrededor. Buscar la profundidad de uno mismo es una batalla imposible por eso escribir lo es.
Un día me anoté en el taller de Laiseca en el Rojas, era por la tarde, éramos unas veinte personas de edades varias. Laiseca el primer día leyó los primeros párrafos de la caída de la casa Usher mientras golpeaba rítmicamente la mesa y explicaba como Poe había sido el antecesor del Jazz. Todos se rieron, a mi me pareció asombroso, la cadencia, el ritmo, todo se sostenía. A la tercera clase dejé de ir, no tenía tiempo para escribir. En el fondo, escribir es imposible.
A veces leo con suma atención libros de autores jóvenes - a mi edad cualquier cosa que tenga menos años que yo es joven -, intentó entender que los llevó a escribir tal o cual cosa y en el fondo siempre descubro lo mismo: van a un taller literario. Se juntan con otros a escuchar sus textos, seguramente sea un tiempo bien perdido en el goce del encuentro ajeno pero ya lo sabemos: escribir es imposible.
Una noche de invierno volvía de mi editor de poesía en el barrio Villa Santa Rita, el frío era obtuso, imposible, un frío húmedo y sangriento de la Buenos Aires dinamitada, esa misma en la que la gente cree que escribir es un acto de bondad. Esa noche le había leído al calor seco del caloventor un cuento titulado “Jimmy Choo”, había abandonado la poesía, más bien, creo que nunca había llegado a ella. El cuento no era más que un simple coqueteo influenciado por Bolaño y mis escasas dotes de sociología, dos poetas se embarcaban en un viaje a Córdoba donde uno de ellos llegaba y se encontraba con su prima cogiendo con un cantante de mariachis. Esa noche nos reímos, el cuento tenía los mecanismos que lo hacían funcionar. La droga también aportó lo suyo. En la oscuridad fría del colectivo me vi a mí mismo siendo derrotado por todos los poetas, por todos los escritores, me vi a mismo fracasar una y otra vez escribiendo un cuento, es decir, me vi a mismo sabiendo que escribir es imposible.
Leo cuentos donde las dotes de quien lo escribe son dudosas, los cuentos avanzan a tropezones, con la desesperación del que no quiere sufrir más. En el fondo escribir es sufrir por eso es imposible.
Intenté en vano escribir una novela, era una continuación de ese cuento y también se titulaba Jimmy Choo, estaba separada en tres partes que ya no recuerdo. Escribir es imposible.
No importa cuán dramática haya sido tu vida a algún otro le paso algo aún más dramático. Escribir sobre uno es escribir sobre la falta, es fracasar en el intento de escribir. Escribir es imposible.
Cuando murió el padre de mi hija dejé de escribir. Escribir con dolor es fácil, tal vez es la tarea más simple de todas. El rencor, el dolor, la tristeza, la furia, todo ello es un buen motor para escribir pero es un pacto complejo con el acto de hacerlo. Escribir con dolor conlleva aceptar que ese dolor quede impregnado ahí en lo imposible. Deje de lado todo lo que había escrito y lo tiré a un tacho de basura y borré los archivos digitales. Cuando quisiera bordear la locura volvería a escribir. La muerte de alguien cercano es bordear la locura, escribir sobre ello es imposible. Escribir es imposible.
El 3 de febrero de 2021 Busqued escribió el siguiente tweet: “escribir un libro es una actividad solitaria al alcance de prácticamente nadie y que mientras sucede bordea la locura. ser escritor es una actividad social al alcance de todo el puto mundo, una actividad que consiste en decir soy escritor y felicitarse con otros escritores.” Busqued no era muy amigo que digamos de la idea de ser escritor, más bien era amigo de la idea de escribir o tal vez ni siquiera eso.
La gente cuando escribe busca eso último, ser escritor, palmear la espalda, gustar a otros, ser parte de un círculo cultural que los legitime. Tal vez escribir sea no buscar esa legitimación sino más bien bordear la locura, perder el tiempo máximo de una vida para forjar una obra que no le va a interesar a nadie nunca jamás o sí, pero el lector caprichoso no es objeto de este ensayo.
13 de Marzo del 2018: “mi consejo para el que quiere ser escritor: no lo sea”